Un nuevo informe de Europol proyecta un cambio dramático en la delincuencia para 2035, donde la inteligencia artificial y la robótica no solo ayudarán a la policía, sino que empoderarán a los delincuentes de maneras sin precedentes. El documento de 48 páginas “Futuro(s) no tripulado(s)” no es una predicción, sino un ejercicio de “previsión” que describe cómo las tecnologías del futuro cercano podrían remodelar la aplicación de la ley.
El análisis de la agencia sugiere que la proliferación de robots (en hogares, hospitales, fábricas e incluso escuelas) creará nuevas vulnerabilidades. Un escenario potencial implica un desplazamiento generalizado de empleos que provoque disturbios civiles, donde la ira pública por la automatización podría escalar hasta convertirse en “ataques a los robots” y disturbios contra la tecnología. Más allá de las tensiones sociales, el informe plantea la inquietante pregunta de cómo tratará la sociedad a los propios robots: ¿se considerará un delito dañar o destruir una máquina?
Sin embargo, la proyección más alarmante es que los propios robots se convertirán en perpetradores. Los robots de atención podrían ser secuestrados para vigilar, chantajear o incluso preparar a las víctimas. Los vehículos autónomos y los drones podrían ser pirateados para robar datos o convertirse en armas para ataques físicos. Terroristas, pandillas e incluso delincuentes comunes podrían explotar enjambres de drones recuperados de zonas de conflicto para llevar a cabo ataques, monitorear la actividad policial y obtener una ventaja operativa.
El informe no se limita a la especulación. Prevé desafíos en la investigación de delitos robóticos, incluida la dificultad de determinar la intención cuando una máquina funciona mal o se comporta de manera maliciosa. Las fuerzas del orden pueden recurrir a medidas extremas como “pistolas RoboFreezer” y redes cargadas de granadas, pero el informe admite que estas tácticas no resolverán el problema. Los robots podrían infiltrarse en las instalaciones policiales para robar datos, sabotear operaciones o incluso escapar de la custodia.
Europol enfatiza que estos escenarios no son descabellados, señalando tendencias existentes como el uso de drones para el contrabando (incluidos narcosubmarinos equipados con Starlink) y un creciente mercado negro de pilotos de drones que atienden a clientes criminales. Para mantener el ritmo, la agencia recomienda una mayor inversión en capacitación, tecnología y un cambio hacia una “vigilancia 3D” (aprovechando drones para vigilancia aérea).
Como señala la directora ejecutiva de Europol, Catherine De Bolle: “La integración de sistemas no tripulados al crimen ya está aquí, y tenemos que preguntarnos cómo los delincuentes y terroristas podrían utilizar drones y robots dentro de algunos años”.
Si bien el informe de Europol destaca los riesgos potenciales, los expertos en robótica se muestran escépticos sobre la escala y el cronograma. Algunos argumentan que la adopción rápida no está garantizada, citando las fuerzas del mercado y el costo como factores limitantes. Sin embargo, incluso los escépticos coinciden en que los delincuentes explotarán las nuevas tecnologías, lo que requerirá inversiones en equipo y capacitación policial.
Sin embargo, un aspecto que se pasa por alto es la responsabilidad policial. Los expertos advierten que las mismas vulnerabilidades robóticas explotadas por los delincuentes también podrían ser abusadas por las fuerzas del orden para vigilancia y mala conducta, especialmente dado el aumento de prácticas autoritarias en todo el mundo.
El informe de Europol sirve como una cruda advertencia: el futuro de la delincuencia no está tripulado, y la sociedad debe prepararse no sólo para las amenazas que plantean los delincuentes que manejan robots, sino también para los posibles abusos de poder por parte de quienes han jurado defender la ley.





























